domingo, 17 de abril de 2011

La persiana indiscreta

Scritch, scritch. Scritch. [...]

Al instante estaba completamente despierta. Lancé la almohada al suelo, me levanté de golpe y me giré para apretar la cara contra la ventana y mirar al exterior.

Pero ya había otra cara apretada contra la ventana.

Unos ojos brillantes e iridescentes me observaban a través del cristal, a menos de quince centímetros de los míos. Chillé el nombre de Samuel y salté de la cama, apartándome de la ventana, pero hasta que no me encontré agachada y temblando en el centro del suelo de mi habitación no recordé que Samuel todavía estaba en casa de Adam.

La cara no se movió. Se había apretado tanto contra el cristal que sus labios y su nariz estaban distorsionados. Lamió el cristal, y después inclinó la cabeza y repitió el sonido que me había arrancado de mi sueño. Su colmillo dejó una marca blanca al rayar el cristal con él.

Patricia Briggs, Vínculos Sangrientos.


Si en Estados Unidos existieran las persianas, no existirían las películas ni tampoco la mitad de los libros. Hollywood no sería Hollywood y no habría nada de entre lo que escoger en las taquillas de este lado del charco.

Yo creo que las persianas son el mejor descubrimiento del hombre desde que la rueda dejó de ser cuadrada, pero si en Estados Unidos existieran las persianas, las escenas de terror no serían igual de terroríficas, los actores no podrían hablar iluminados por la luz de la luna siempre que están en la cama, y, lo que es aún peor, no los veríamos dormir plácidamente bañados en la luz más brillante del sol matutino cuando suena el despertador.

Tampoco los vampiros tendrían que pasarse los días encerrados en un armario para no morir asados (los vampiros que no usan Ray-Ban ni tampoco resplandecen, se entiende), ni las madres se estarían quejando de "¡uy, qué tardísimo te has levantado hoy!" cuando todavía son las diez de la mañana. Porque en esta esquina del mundo, con nuestras persianas mágicas, sabemos que el sol engaña y le damos la espalda cuando nos da la gana y sin remordimientos de conciencia.

―Lo que es más importante, te compré una cortina de cuero para la habitación. Es enorme, así que cubre la ventana por completo. Así que ahora ya tienes un lugar seguro para dormir, aunque queda fatal con el resto de la decoración.
Chloe Neill, Some Girls Bite (y Other Girls Are Just Horteras)


Si en Estados Unidos existieran las persianas, el niño de Parque Jurásico no se habría llevado el susto más feliz de su vida al ver a un tiranosaurio cenándose a su perro; ni Eduardo Cullen habría entrado como si tal cosa en la habitación de Bella Cisne todas las noches; ni habría tenido lugar ni una sola de las escenas de terror voyeurista que repiten punto por punto el texto que copié al principio del post.

Por no haber, en inglés no hay ni siquiera una palabra de tronío que les ponga nombre. Si buscáis en San Google alguno de los sucedáneos ingleses (shutters, blinds), sólo encontraréis algunas contraventanas requetemonas llenas de agujeros y muchas de esas cortinillas de oficina que son tan graciosas para hacer el tonto separándolas con el dedo sintiéndose cerocerosietes de la vida, pero tan inútiles para tapar la luz.

Si en Estados Unidos existieran las persianas, no existiría Estados Unidos.

Pero en España presumen de ellas hasta los garajes, y no hay ventana que se precie que no las luzca (o, en su defecto y si el efecto deseado es country, las contras también me sirven). Así que no entiendo por qué tenemos que ser tan yanquis de la vida y llenar nuestras películas y series (y libros, también los libros) de escenas "sin" sacadas directamente de un guión made in USA.

No hay en nuestro cine, ni en nuestra televisión, ni en nuestra literatura, escenas de abre-la-persiana-cierra-la-persiana, pero sí hay conversaciones de cama a la luz de las farolas y despertares al sol, hasta tal punto que no sabes si se están desperezando en Carabanchel o en Chicago. Y eso, sinceramente, es una vergüenza. No deberíamos avergonzarnos de nuestras persianas.



PD: Sin nada que ver con nada de lo anterior (aunque estos tampoco tienen persianas), pero el cómic de Vampire Academy va a resultar decepcionante. Hay algunas imágenes ya expuestas a la luz pública aquí, y los dibujos tiran generosamente a cutres (qué Dimitri tan poco dimitresco, y de las chicas mejor me callo).


viernes, 8 de abril de 2011

Flores de Sombra - Sofía Rhei - Reseña

Título: Flores de sombra

Autora: Sofía Rhei

Editorial: Alfaguara

Año: febrero 2011

Sinopsis:

Hazel se ve obligada a separarse de todo su mundo, de sus amigos, de su novio, justo el último verano del instituto, el que debería haber sido el mejor de su vida. Se ve obligada a trasladarse a un pueblo perdido donde no conoce a nadie y donde no parece existir ningún tipo de entretenimiento. Todo apunta a que este va a ser el verano más aburrido de su vida. Pero las cosas no siempre son lo que parecen...Envuelta en la aventura más fantástica que jamás hubiera podido soñar, Hazel tiene que ayudar al chico más atractivo y misterioso de dos mundos y enfrentarse a las engañosas criaturas de el Otro Lado en una carrera contrarreloj para salvar a su familia, a sus amigos y a toda la especie humana.


Noche estrellada:




Bienvenidos a Umberfield:

Hay en el universo dos mundos que coexisten en dimensiones paralelas. Por un lado, las hadas, con su magia, sus Feerias y sus carnavales perpetuos. Por el otro, los humanos, con sus ciudades, sus centros comerciales y sus gasolineras.

Los humanos, evidentemente, viven en la inopia y no tienen ni idea de nada de esto de las dimensiones, porque (tal y como innumerables novelas han demostrado) somos unos burros. Y el día que dejemos de serlo y descubramos a todos los seres sobrenaturales que viven entre nosotros, nos va a dar un soponcio.

En cambio, las hadas saben de sobra de la existencia de las personas. Y como son unos personajillos tramposos y avaros, las Puertas de entrada entre ambos mundos deben vigilarse con uñas y dientes. De lo contrario, todas las hadas se cambiarían de dimensión, los humanos nos convertiríamos en marionetas, el equilibrio del universo se iría al garete y todo haría catapum.

Para evitar este desastroso cataclismo, la puerta de los dos mundos está guardada ferozmente por dos personajes:
  • Por un lado, el Contable, el melenudo, canoso, guapísimo y amargado de Áster, un aburrido caballero que debe seguirle la pista a todo aquello que atraviesa la Puerta, tanto si es una lenteja como si es un dragón o un 4x4.
  • Y por otro lado, el Jardinero. La única función real del Jardinero es existir, porque el Jardín donde está la Puerta se cuida solo, se siembra solo, se poda solo, se riega solo, y, en general, se las arregla sobradamente solo sin la ayuda de nadie (lo que significa que aunque terminé el libro no me quedó especialmente clara la aparentemente importantísima función del Jardinero).



Y en esto que nuestra protagonista, Hazel, muerta del asco, se muda a un pueblo del fin del mundo, lejos de la civilización, en la tierra de los pubs desérticos, los ultramarinos polvorientos, las calles mortecinas y los cines al aire libre. Y aunque vive tanto en la inopia como cualquiera de nosotros, el jardín de su nueva casa resulta ser el Jardín de la Puerta Mágica. Y, aunque no sabe todavía que las hadas existen, ella es la nueva Jardinera (véase en el párrafo anterior en qué consisten los duros deberes de su empleo).

Y, en medio de la noche oscura, cuando las flores negras salen de su hibernación y el reloj de flores blancas marca la medianoche, la Puerta entre ambos mundos se abre y permite el paso de nuestra chismosa.

Ahora empieza la sucesión de amigos raros, amigas locas, paseos por el Otro Mundo, flores nocturnas, encontronazos con Áster, enamoramientos, más encontronazos con Áster, villanos y villanas y bodas y celos y circos y ratas blancas parlantes (en realidad es un hurón parlante, pero me da lo mismo).

Nota para comprender bien el siguiente extracto: las hadas utilizan nombres pijos, como "heléboros", "sugreles", o "azogues", porque en los libros hispanohablantes suele ser de mal gusto llamarlas "hadas" a secas.

―Espera un momento, ¿quieres decir que los heléboros son medio plantas?

El hurón asintió.

―Sí, algo así. Sus estirpes tienen raíces comunes, si me permites el chiste…

―Vaya, eso sí que no me lo esperaba ―susurró ella.

―Las ramas de los heléboros son más fáciles de mezclar que las de los humanos. Su sangre es muy dominante, pero se puede combinar con otras especies, igual que la de las plantas. Pueden tener hijos con sugreles. De ahí vienen los azogues.

Aquello iba de mal en peor. Áster no sólo era medio geranio, sino que podía tener un romance con un periquito o con una babosa. Fantástico.


Parece igual, pero no es lo mismo.

Reconozco que el planteamiento inicial es el mismo de siempre. Es decir, pobre chica desgraciada que se muda al fin del mundo con uno solo de sus padres, que deja tras de sí una amiga bruja y un mal novio, y que en su nuevo pueblucho descubrirá la existencia diversas cosas mágicas, incluido un chico melenudo y una amiga de repuesto. Por esas páginas iniciales, por ser más de lo mismo durante un tiempo limitado, le quité al libro la última estrella que significaría la perfección.

Pero en cuanto Hazel cruza la Puerta, nosotros alcanzamos el Otro Lado con ella: el libro se acelera y se vuelve más divertido, más estresante, más emocionate, más interesante, más adictivo, más diferente, más original y más todo. Y entonces resulta que te despistaste, que son las tres de la madrugada y que te has quedado sin libro.

Flores de sombra no me llamaba demasiado la atención, no me esperaba mucho de él y ni siquiera tenía demasiado interés en leerlo. Me alegro de no haberme hecho caso a mí misma, porque hay poco de convencional en él.

A lo mejor es porque soy parcial a la gente con el pelo verde, y el descubrimiento de aquí a la derecha elevó a la autora a la categoría de persona altamente interesante, pero lo cierto es que el libro me había cazado en sus garras de manicura feeriante mucho antes que todo eso.

Si os gusta Aurige (otra serie que no da señales de vida), si os partisteis de risa con C.C. y Antaviana, si os apetece algo ligero y con sentido del humor, si creéis que las Niñas Tontas merecen una segunda oportunidad porque a veces su cociente intelectual mejora con el paso de las hojas, y si en general estáis algo hasta las narices de que sobrenatural sea sinónimo de drama... Entonces adelante.

Porque el único disgusto que me ha dado este libro es que el final abre muchas posibilidades futuras y, en el mundo en el que vivimos, hay pocas probabilidades de que la editorial acepte a transportarnos, por segunda vez, al mismo universo...



Posdata:

No encontré por los internetes un capítulo que compartir con vosotros para animaros a dar el salto, pero puedo pasaros este enlace para que sepáis alguna cosilla más sobre la novela. Una de esas cosillas es un trailer del libro, muy elaborado y bastante bueno, pero no os coloco directamente el enlace aquí porque, en mi mente, la Feeria es, y será siempre, el mercado mágico de Stardust y Ben Barnes.