En cualquier caso, foto de familia (si es que son una monada, hasta se sostienen los unos a los otros):
(Tanto de izquierda a derecha como de derecha a izquierda son muchos, así que los iré diciendo poquito a poco.)
Empiezo con los pedidos al bookdepository que dicho bookdepository se ha dignado enviarme ya (si es que me tratan muy mal, debe de ser porque me tienen comiendo de la mano, y lo saben).
- Tagged, de Mara Purnhagen. Me gusta la portada de este, y sí, lo he comprado, lo estoy leyendo, no es un horror, tampoco es que merezca la pena hablar de él, no recuerdo muy bien las razones por las que lo cogí, pero en fin.
- The Fallen & Leviathan, de Thomas E. Sniegoski. Me enamoré completamente de su portada, y si esa os parece una razón muy superficial, a mí también me lo parece, así que adelante, juzgadme y condenadme (hoy voy a cavar mi propia tumba). Pero pensé que aunque los títulos son menos originales que el nombre de mi blog, esto es una reedición y le hicieron hasta una miniserie, así que tampoco debe de ser un libro horrible. Claro que el actor que la protagoniza es el mismo que hace de Stefan en Crónicas Vampíricas, y esos libros sirven de poco más que de posavasos y aún así les hicieron una serie completa, así que... Vamos, que en el peor de los casos siempre puedo quemar el contenido en una hoguera purificadora y quedarme con la portada, y al fin y al cabo, si nos ponemos a pensar en qué libros merece de verdad la pena leer, seguro que ni siquiera los Juegos sale bien parado (Madre del Amor Hermoso: voy a lavarme las manos con lejía por la blasfemia que acabo de teclear).
- Forget-her-nots, de Amy Brecount White. No sé por qué, llevaba mucho tiempo empecinada con que quería leer este libro. Y ahora que lo tengo, empecé a leerlo, empezó a crisparme, y tuve que relajarme y darlo de lado. Pero lo terminaré. Lo acabaré y, si hace falta, me desahogaré en una reseña algún día (estoy deseando que llegue el momento).
- Suicide notes, de Michael Thomas Ford. Más muestras de mi recientemente descubierto amor/odio por el drama. En este caso no me he atrevido a tocarlo todavía: voy a dejarme reposar un poco antes de sumergirme en sus dramáticas hojas.
- Better Latte Than Never, de Catherine Clark. No me preguntéis por qué compré este libro. Por favor, no me lo preguntéis.
Pero no todos mis pedidos al booky podían ser errores de concepto, porque si no era cuestión de deprimirse del todo y ponerse a leer folletines de instrucciones. Así que, en caso de desesperación, siempre me quedará John Green (autor de, entre otros, la Chincheta Gigante) para consolarme. Y me puse a leer un libro navideño en plena primavera, pero quedé muy contenta y muy aliviada, e iba a colgar su reseña, pero estos días estoy un poco vaga y me dio pereza (aún así, habrá reseña, que estoy deseando hablar de él como una abuela chocha). ¿Qué libro es? Let it snow, con relatos de Maureen Johnson, John Green y Lauren Myracle.
Estos vienen de otros lectores de la mano de bookmooch. Si no sabéis lo que es el bookmooch, se trata de una web de intercambio de libros, Beleth lo explicó muy bien en su blog, así que todo lo que yo pueda contaros no añadiría mucho. Tenía ganas de leer algo de Joan Bauer, así que los dos libros de bolsillo son suyos. El grande, porque tengo intención de redimirme de una vez con esta autora y me da pereza leer Memorias de Idhún, es Dos velas para el diablo, de Laura Gallego, gracias a Castilcar.
Y ahora, en español. De todos estos habrá reseña, así que os coloco la lista y punto pelota:
- Oscuros, de Lauren Kate. La portada de este libro tiene tacto aterciopelado pero a la vez gomoso. Es decir, tiene tacto de goma de borrar, y como la última vez que dije esto de un libro nadie me entendió y me sentí muy frustrada, si cogéis este libro en brazos sabréis de qué estaba hablando.
- La maldición de las musas, de Javier Ruescas.
- El internado de St Jude's. Novata, de Carmen Reid.
- El beso del vampiro, de Lynn Raven. (Menuda decepción de libro, y ya no digo más.)
Y ahora voy a quejarme con la crónica de mi caza de Encantamiento de luna (también de Javier Ruescas, el primero de Cuentos de Bereth, de hecho). La librería a la que voy yo siempre, porque es muy grande y si ellos no tienen algo es rarísimo que otros lo tengan (y además me queda al lado de casa, y eso también influye), tiene un local dedicado sólo a literatura juvenil. La razón se escapa a mi comprensión, porque la mitad de los libros juveniles que voy a buscar allí los tienen en el otro sitio, y al final pasa como hoy, que me marearon más que al último vivo en una partida de brilé, y total quedé igual con las manos vacías, y todavía no conseguí el libro. Al final vi Los hijos de las tinieblas desde demasiado lejos y desde muy abajo (qué guapo, pero qué guapo es, incluso de perfil, y qué ganas le tengo), pero no pude comprar lo que venía a comprar, ni pude ver la mitad de las cosas que venía a ver, así que fue un paseo más bien frustrante (me estoy viendo buscando Encantamiento de luna por los meses de los meses, y eso no se puede permitir).
Y esto que veis aquí son dos copias de Guía de Jessica para ligar con vampiros. Están de incógnito, en medio de un montón de postales y marcapáginas con los que bien podría empapelar mi habitación (estoy planteándomelo muy seriamente, de hecho). El de la izquierda es mi copia en inglés. El de la derecha es una copia en español que va a ir directa al Book Tour de Constelación de libros. Así que si tenéis un blog, vivís en España, y tenéis interés alguno en leerlo (el librito merece la pena, podéis echarle un vistazo aquí a mi reseña y a los primeros cinco capítulos), pasaos por aquí. A todo esto, tengo una tercera copia de este libro (esta vez firmada) de camino a mi casa. Creo que entre los tres libros iguales que tendré en mi poder en un momento determinado, y entre todos los marcapáginas, voy a acabar teniendo pesadillas con la portada.
Y hablando de la portada, la primera vez que os las enseñé las dos juntas hubo alguien que dijo que parecía que en la americana la chica sonreía, y en la española no. En su momento sonó a paranoia, pero la paranoia es contagiosa, así que me fui a comprobar si era cierto. Y lo peor de todo es que sí, es verdad, en la portada americana (izquierda) le photoshopearon una sonrisa a Jessica, y a mayores le engordaron los labios y se los pintaron. Pero en la portada española (derecha) le dejaron la expresión melancólica (y más natural, para qué negarlo) original. Por una vez, voy a aplaudir la decisión de Versátil, porque decidieron que no convenía abusar demasiado del fotochó.