Y un día, cuando la niña se hizo mayor, se colegió en los Carteros Académicos Reunidos Transatlánticamente (C.A.R.T.A.) y llegó a ser cartera. Llevaba el uniforme con más garbo que un torero su traje de luces, y su carrito de la compra amarillo surcaba las calles con más elegancia que un carruaje imperial. Entregaba cada carta con una sonrisa en los labios, y era la envidia de toda la cartería. Las Máquinas De Sellos Devoradoras De Monedas la despreciaban, y los Empleados Que No Entregan Nada Certificado Sin Identificación Aunque Seas Su Primo Hermano la odiaban. Pero ella era feliz con sus cartas y su uniforme y su carrito y su hucha-buzón guardada a buen recaudo.
Hasta que un buen día se cruzó en su camino una inocente bloguera.
The Stillburrow Crush, de Linda Kage
Sing me to sleep, de Angela Morrison
Before I fall/ Si no despierto, de Lauren Oliver
Magia de una noche de verano, de Maite Carranza
Undercover, de Beth Kephart
Crónicas de la Atlántida, de Joaquín Londáiz Montiel
Al principio la floreciente relación se mostraba prometedora. La bloguera le abría siempre el portal a la cartera, y la cartera le entregaba siempre en mano los paquetes a la bloguera. Ambas se saludaban y se hablaban del tiempo y se sonreían y se trataban con camaradería.
Pero entonces, un día, apareció el GONE de la discordia. Y la cartera lo secuestró durante un tiempo indefinido, ignorando los llantos de desesperación de la pobrecita e inocente bloguera. Fue sólo un secuestro temporal, de motivos desconocidos, y tras varias semanas de súplicas y llantos moqueros, la cartera se lo trajo a casa a la bloguera, como si nada hubiera pasado. Y la bloguera, ingenua y borracha de felicidad, decidió perdonar a la cartera, leerse GONE y fingir que nada habia cambiado.
Pero algo había cambiado. ¡Vaya si había cambiado! La cartera se había convertido en un ser codicioso, y empezó a hallar deleite en el secuestro de los libros de la bloguera antes de que ella pudiera ni tan siquiera verlos, o saber si estaban en buen estado, o darles un beso de buenas noches, o rozarlos con los dedos en señal de despedida.
Uno tras otro, todos los libros iban desapareciendo de la hasta entonces veloz cadena de custodia de Correos, para aparecer semanas después en el buzón, ante la mirada temerosa de la bloguera, que los abrazaba entre espasmos y lágrimas y temblores en las manos. Y llegaron las pesadillas, y las fobias, y la pobre bloguera empezó a despertarse empapada en sudor frío, chillando como una energúmena, viendo carteras malvadas allí donde no las había, y sin fuerzas ni tan siquiera para actualizar su blog. Pero ni siquiera eso logró que su cartera se compadeciera de ella.
Y entonces surcó los cielos una nube gigante de cenizas, y la cartera vio en ella la excusa ideal para secuestrar durante un mes entero a sus más recientes víctimas. Los pobres Rules of Attraction (Química Perfecta #2), y Kiss of Death (Vampiros de Morganville #8), confiados y descuidados, cayeron en sus manos despiadadas, y desde entonces nunca se les ha vuelto a ver. Ha habido en este secuestro más premeditación y más alevosía que en ningún otro secuestro anterior, puesto que la cartera, en las conversaciones sobre el tiempo que mantenía con la bloguera en los tiempos pretéritos, sabía que ansiaba leer esos dos libros casi tanto como necesitaba respirar.
Y así hasta el día de hoy. La cartera sigue sin decidirse a pedir un rescate, y la bloguera anda como una zombi por las calles, buscando debajo de buzones y de alcantarillas aquello que ya de antemano sabe que no aparecerá.
Así que si vosotros, incautos lectores, veis a una pobre bloguera con la mirada perdida llorando contra una farola, consoladla y no seáis crueles con ella. Y si veis por ahí cerca a una cartera que se ríe con iniquidad mientras lee un libro sospechosamente titulado Rules of Attraction, por favor, os lo ruego, avisad a la comisaría más cercana. No sé nada de mis libros. Necesito saber que están bien. Son unos bebés. No están preparados para estar solos en el mundo.
(El libro de Before I fall está firmado y dedicado, con esa caligrafía ilegible patentada por las escritoras americanas y que yo tanto envidio. La portada es preciosa, la edición es preciosa, la reseña está aquí, el capítulo uno también, y ¿sabíais que a la portada española le añadieron unas margaritas que no aparecían en la americana?)