
Después de dos meses de duro trabajo, esfuerzo y un uso acelerado de mi sobreexplotada tableta gráfica, las Siete Letras (dos desorientadas, un sepulturero, un terco, una tragona, aquella que se pierde en las nubes y yo misma, siempre joven, con la especial colaboración de un hada en la traducción) publicamos el segundo número de la revista.
Lo normal sería que tratara de venderos el producto, porque es de la casa y trata de libros, y que por lo tanto os contara que hay un relato de un dios olímpico conocido como José Antonio Cotrina (¡la Cose!) por el común de los mortales, varias secciones nuevas, entrevistas del máximo interés (evidentemente, por ejemplo) y una maquetación que esta vez, además de lo tradicional, incluye contenido audiovisual especialmente integrado en la revista y diseñado para facilitaros las cosas.
Pero no os voy a vender el producto, y dejaré que simplemente os paséis por allí si queréis, que gravitéis hacia esa página a haciendo clic sobre la imagen de aquí arriba, con nuestros más sinceros deseos de que nuestro trabajo os guste...