domingo, 28 de noviembre de 2010

El otro libro (filosofías cursis de muchas búsquedas frustradas)

Es muy difícil escoger el Siguiente Libro. Tener cinco, diez, cincuenta libros donde elegir supone tener cinco, diez, cincuenta libros con los que acertar, pero también cinco, diez, cincuenta libros con los que equivocarse. Escoger el Siguiente Libro es difícil, emocionante, misterioso y aterrador. Y a veces la respuesta es muy sencilla. Pero otras es imposible.

Por eso existe en la mente de todo buen lector una lista lógica, fría y calculada. A veces está enterrada muy profundamente en su cabeza y parece inalcanzable, y otras veces está escrita con preciosa caligrafía en el más bonito de los cuadernos. Pero siempre está allí: una lista con los libros que se quieren leer, que se deberían leer, que estaría bien seguir leyendo, que estaría aún mejor terminar. Todos ellos ordenados fríamente, siguiendo asépticos criterios de deber y de querer, formando así una lista, la Lista, vuestra Lista, la Lista de todos y cada uno de nosotros, en la que cada libro tiene un número y en la que el número Quince jamás osaría ser leído antes que el Catorce. Listas de libros comprados y de libros regalados. Listas en papel, en Excel, en corcho, en la imaginación de cada uno. Listas frías, lógicas, calculadas.

Pero la lectura no es lógica ni fría, y no hay nada calculable en ella. La lectura es ese pinchazo que os hace sentir que ese libro es sólo vuestro, que esta historia sois vosotros, que las palabras no podrían ser más perfectas; es ese algo que os hace amar un libro que todos los demás odian, ese capítulo que os hace recordar un día, un sabor, un color, la página que arrugasteis porque estabais demasiado nerviosos leyendo como para daros cuenta de que cometíais un sacrilegio. La lectura es querer que cada Siguiente Libro vuelva a ser el Libro Que Lo Cambió Todo.

Y las Listas no entienden de intuición ni de pinchazos. Yo me apeno cada vez que atiendo obedientemente a la Lista, porque eso significa que no abrí la primera página movida por ningún instinto irreprimible. Otras veces, cuando me siento rebelde y el número Uno me parece una decisión demasiado lógica, escojo otro libro cualquiera y disfruto de la satisfacción de haber desobedecido a mi propia Lista.

Y luego está el Otro Libro.

En mi caso suele ser un título curioso que me atrae sin remedio a algún recoveco de Goodreads, o una imagen pequeñita en algún blog que me tienta con lo desconocido. Luego viene una sinopsis leída con la atención a medias puesta en otra parte, la primera opinión positiva, la primera nota de emoción que despierta mi curiosidad. El flechazo es inminente. Llámale antojo, llámale capricho, llámale X. Sin razón aparente, lógica ni razonable, empiezo a navegar la red de redes en busca de más información, en busca de ese Libro cuya lectura acaba de convertirse en necesidad. Necesito leerlo ahora, ya, en este instante, abrirlo por la primera página antes de que pasen dos nuevos minutos de angustiosa ignorancia. Busco más reseñas, más sinopsis, más capítulos, más opiniones. Busco fechas, busco ebooks en los sites más oscuros y en las webs más brillantes, busco libros en las librerías más cercanas, pateándome sus estantes a la caza del Libro, el Antojo, el Capricho, la Necesidad, la Angustia, devorando con la mirada cada lomo y cada título, con la certeza de que, si el Libro no está allí, no tengo nada.

Sólo hay dos finales posibles para esta historia.

Si consigo poseer el Libro de inmediato, justo después de saber de él por primera vez, lo empiezo al instante, despreciando toda Lista y sin importarme que sea bueno o malo, que lo ame o que lo odie. Pero lo leo, lo leo entero, y lo leo sin apartar los ojos de él ni un segundo.

Pero si necesito que atraviese océanos para llegar hasta mí dentro del sobre de alguna librería virtual; si necesito esperar un día, dos días, una semana, un siglo, entonces mi anhelo se habrá apagado con la misma velocidad con que nació. Y el Libro, el Antojo, la Necesidad, el Anhelo, rebajado ya a simple capricho, viajará hasta algún lugar de poca preferencia al fondo de mis estantes, asignándose a sí mismo un puesto asépticamente numerado en la lista lógica, fría y calculada de mi cabeza.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Aleatorización de noticias criticadas


Tal y como mi entrada de cine guardada todavía en la cartera confirma, fui al cine, vi Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (primera parte), y salí llena de opiniones y un poco sorprendida (la verdad, a pesar de lo que el actual fondo del blog sugiere, no había puesto muchas esperanzas en la película). Y aunque muchos de vosotros ya la habréis visto, otros no tengáis interés alguno en verla y yo por lo general no hable aquí de nada demasiado cinematográfico, tengo cuatro conclusiones personales que querría compartir con el mundo muggle (al cual no pertenezco, dado que el Sombrero Seleccionador me encajó en Slytherin hace un montón de años):

  • Primera: la química entre Harry y Ginny es tan absoluta, radical e irremediablemente inexistente, que el... ¿beso? ¿pico? ¿acercamiento craneal? de la parejita tiene muchísima menos chispa que un beso de David el Gnomo. Con razón estos dos actores compartieron siempre tan poquitas escenas a lo largo de toda la saga.
  • Segunda: Daniel Radcliffe no sabe actuar. Y además camina raro, y no entiendo por qué (la imitación de los andares potterianos por el actor que lo sustituye cuando Harry cambia de aspecto por la poción multijugos NO TIENE DESPERDICIO).
  • Tercera: a medida que pasaban los minutos, me di cuenta de que sólo recuerdo el principio y el final del libro. ¡¡Ni siquiera recuerdo la imagen de la portada!! (Eso fue mi subconsciente defendiéndome de los horrores visuales de la editorial Salamandra.)
  • Cuarta: ME ENCANTÓ LA PELÍCULA. Más que la seis, evidentemente (mi subconsciente también borró de mi memoria esa gran decepción), y más que ninguna otra, salvo quizás las primeras. Aunque fuera una estrategia chupacuartos (que lo fue), eso de dividir el libro en dos partes fue una decisión acertada.

Así que me encuentro con la disposición de ánimo adecuada para repartir paz y amor por el mundo adelante, recordándoos que:

Percy Jackson y el último héroe del Olimpo por fin (ahora sí que sí) se puede comprar en castellano, y lo digo de buena fe porque estuvo a punto de caerme en la cabeza el otro día mientras hurgaba en una librería. Para ignorantes, es la última y genial entrega (ya sé que es una frase muy de periódico, pero tenía ganas de escribirla alguna vez en mi vida) de la saga de Rick Riordan acerca del chico semidiós.

Por contaros alguna cosa interesante más, y como a mí me encantan los dibujos bonitos, os cuento que existe (sólo en EEUU, por lo menos que yo sepa) una edición deluxe de Percy Jackson y el ladrón del rayo. Además del precio, lo único que diferencia esa edición de cualquier otra es que viene ilustrada por John Rocco (el encargado de todas las portadas de Rick Riordan). Y aunque las portadas de los libros de Percy Jackson no son ninguna maravilla, estas ilustraciones de varias escenas del primer libro son muy bonitas.

Os las dejo aquí abajo. Si queréis descargarlas haced clic encima, si queréis encontrar ilustraciones de todos los personajes de Percy Jackson hechas por John Rocco visitad la web de la saga (aunque la especialidad de este hombre no es precisamente dibujar personas), y si queréis ver más dibujos de John Rocco visitad su blog:










También encontré en la librería Incarceron, de Carrie Fisher, aunque por suerte este no se me cayó encima, porque es gordísimo (bastante más gordo que mi copia en inglés, todo hay que decirlo). Aunque no es precisamente mi consejo que lo leáis, porque a mí se me hizo infumable (hablando alto y claro), y creo que vuestro dinero estaría mucho mejor invertido en cosas más útiles y agradables, como El corredor del laberinto, de James Dashner, que por algo se vende también estos días, y yo, que me acabo de terminar hace menos de 48 horas su segunda parte, estoy con mono de más. Si queréis probar un poco del libro para saber si os convence, podéis leer aquí mi reseña y los primeros tres capítulos del libro.

Y para terminar, si ya sois fans de Ángel Mecánico en la semana que lleva a la venta y tenéis 65 eurillos de sobra en la cartera (80$, en realidad), os llamará la atención este colgante de un ángel mecánico, extraoficialmente igual que el de Tessa, sólo que no hace tic-tac ni tampoco vuela (se siente). Es cierto que puede pareceros caro, pero en fin, ¿qué son 60 euros al lado de una barbie de Edward Cullen de 350$ con caderas articuladas?

martes, 16 de noviembre de 2010

Lo que la literatura hace, la literatura lo deshace

¿Queréis comeros los morros de un zombi...



... o que un zombi os coma hasta los morros?



¿Queréis ir a la playa con un vampiro atormentado...



... o que un vampiro sin escrúpulos os invite a una copa en su castillo?



¿Os gustan los ángeles sexys...



... o preferís a los ángeles sin sexo?



¿Queréis acurrucaros junto a un licántropo...


... o enfrentaros a la furia hambrienta de un hombre lobo?



Y tú, Frankenstein Jr., vete preparándote, porque eres el siguiente...



... ahora eres chica, te llamas Frankie Stein y empiezas en el insti la semana que viene.


domingo, 14 de noviembre de 2010

Ángel Mecánico (Cazadores de Sombras. Los orígenes #1) - Cassandra Clare - Reseña y primer capítulo

Título: Ángel Mecánico

Título original: Clockwork Angel

Autora: Cassandra Clare

Editorial en inglés: Walker

Editorial en español: Destino

Fecha en inglés: agosto 2010

Fecha en español: 16 de noviembre de 2010





Calidad del asunto, de la forma más clásica posible:



Londres, 1878:

Tessa llegó de Nueva York con lo puesto, se puso perdida en Londres por no llevar paraguas, se dio cuenta de que ya no conocía a nadie en ninguna parte del mundo, perdió las maletas y fue secuestrada, todo en el plazo de quince minutos. Luego se pasó meses encerrada en la casa de un par de brujas que la obligaron a hacer cosas espantosas y muy mágicas, y aguantó sin cambiarse de vestido en todo ese tiempo, todo por la vaga promesa de volver a ver con vida al sinvergüenza de su hermano, el ludópata borracho al que ella idolatraba por puro amor incondicional de hermana pequeña.

Mientras ponía en práctica un descuidado y poco elaborado plan de fuga ("yo abro la puerta como sea y luego pongo pies en polvorosa"), se encontró de una forma un poco rara con un chico llamado Will. Después de una escena un tanto Crepusculiana en la cual el tiempo se detuvo ante la inhumana belleza de Will, Tessa retomó su plan de fuga, Will la ayudó porque qué demonios, cortaron un par de cabezas y se reunieron en el Instituto de los cazadores de sombras.

Había empezado para Tessa una nueva vida en la que ángeles, demonios, ROBOTS (leed el título), nefilims, vampiros y etcétera tenían cabida de una forma más absurda todavía que en las noveluchas más baratas del mercadillo de su añorado Central Park. Una vida en la que estaría acompañada por la jefa estresada del Instituto, su marido científico loco, un nuevo mejor amigo llamado Jem (no sé por qué, no sé por qué, pero creo yo que no se podrán resistir a enrollarse un par de veces muy poco platónicamente en el futuro), una chica encantadoramente odiosa llamada Jessamine, un par de criados con futuro, y Will, que era muy guapo, bastante mentiroso y encantadoramente maleducado también.

Y como algunos de ellos se mueren, si esto continúa durante los tres libros ya pueden aparecer personajes nuevos, o de lo contrario el Instituto va a quedarse vacío, y los libros también.

Juro por Snoopy, Garfield y el pato Donald que escogí esta cita abriendo el libro al azar y leyendo la primera frase que me dio en la vista:

―Sólo me preguntaba ―dijo Gabriel en un tono más bajo― si alguna vez te has hartado.

―¿Hartado de qué?

―De comportarte como lo haces.

Will se cruzó de brazos. Los ojos le brillaban peligrosos.

―Oh, nunca me harto ―replicó―. Lo que, dicho sea de paso, es lo que tu hermana me dijo cuando...

La puerta del carruaje se abrió de golpe. Una mano salió disparada, agarró a Will por la camisa y lo metió adentro. La puerta se cerró ruidosamente tras él, y Thomas, sentado muy tieso, cogió las riendas de los caballos. Enseguida, el carruaje avanzaba hacia la noche, mientras Gabriel se quedaba allí plantado, furioso, y lo observaba alejarse.

Damas y caballeros, bienvenidos a una nueva trilogía.

No he leído Cazadores de Sombras. No he leído Ciudad de Hueso, Ciudad de Ceniza ni Ciudad de Cristal. Me los han recomendado mil millones de veces, confío plenamente en que alguna razón habrá para que sean tan queridos, cada uno tiene sus pecadillos, y yo empecé a leerlos una vez, hace dos años, pero no pasé del capítulo cuarto antes de spoileármelos irremediablemente. O tal vez podría haberlos leído, incluso a pesar del inmenso autospoiler, pero nunca acabé de ponerme manos a la obra, y no sabría explicaros por qué. Es casi como mi seña de identidad: "hola, me llamo barnsdale, tengo los ojos marrones y no he leído Cazadores de Sombras".

Lo que también supuso una ventaja, desde cierto punto de vista: llegué a este libro sin prejuicios, ideas preconcebidas, esperanzas, ni la frase JACE TE AMO QUIERO UN HIJO TUYO DEJA A CLARY Y VENTE CONMIGO tatuada en el escote (eso le pone el listón muy alto a cualquiera que venga después, tenéis que reconocerlo).

Me gusta creer que eso me convirtió en una lectora más o menos imparcial de Ángel Mecánico.

Claro que también me convierte en un saco de manías.

En cualquier caso...

Me gustó el libro, todavía no le construiría un altar pero tampoco lo cubriría nunca de porquería, y aunque me aburrió durante las primeras 90 páginas (tuve que obligarme a sentarme delante de él un ratito cada día), durante las últimas 200 no levanté la vista ni para coger aire.

Me gustó la gran fluidez que tenía el estilo algunas veces, los ágiles diálogos que me arrancaron carcajadas, y la evolución de Tessa desde asustada a espabilada a lo largo de la historia. Pero en cambio encontré párrafos con estilo torpe y algo infantil, como si fueran parte de alguna redacción de las que cualquiera de nosotros tuvo que entregar alguna vez en el colegio, y no me pareció que ninguno de los otros personajes hubiera cambiado de verdad a lo largo del libro.

Y como buena autora de fanfics de Harry Potter que fue, Cassandra Clare no pudo dejar de colar pequeños guiños a la saga de JK Rowling: desde la Sección Prohibida de la biblioteca con libros que dan mordiscos a traición, hasta El Caldero Chorreante, pasando por un Instituto que se oculta de los muggles mundanos prácticamente igual que Hogwarts en sus tiempos (y si estos guiños no fueron intencionados, también puede ser que sea yo la que vea visiones, pero no lo creo...).

Dicen por ahí que no es tan bueno como la trilogía que inició la fiebre, y yo me lo creo, así que asumo, como siempre asumí, que si leyera la otra trilogía me entusiasmaría y probablemente sí le acabara construyendo un altar (pero aún así no voy a hacerlo a corto plazo, soy muy terca).

Como sé que lo que diga yo no va a tener ninguna influencia en vuestra decisión de leer o no el libro, bien porque asumisteis ya que Cassandra Clare os tiene en sus manos, bien porque os negáis a darle el placer de engancharos otra vez a gastar cuartos, no siento presión ninguna para venderos el paquete. A mí, personalmente, la pregunta con la que termina la última línea de la última página del último capítulo me dejó soltando gritos de exasperación y buscando en internet la fecha del siguiente (no hay suerte: falta casi un año para Príncipe Mecánico). Así que ahora me gustaría ser yo la que os pregunte a vosotros...

¿Sois muchos los que todavía no leísteis Cazadores de Sombras... igual que yo?

sábado, 13 de noviembre de 2010

Heartless (Sin corazón) - Anne Elisabeth Stengl - Reseña

Título: Heartless

Autora: Anne Elisabeth Stengl

Editorial en inglés: Bethany House

Año en inglés: 2010

En español: sin noticias, que yo sepa

Estrellas sinceras:







Sobre el libro:

La princesa Una vive en Parumvir, es caprichosa como sólo su puesto lo permite y además acaba de cumplir la edad casadera (no sé cuántos años son esos: ¿16? ¿17?). Lejos de comportarse como una repipi remilgada, se deja guiar alegremente por sus hormonas y se pasa los días acosando a sus elegantes pretendientes. Con faldas espantosas (la pobre sabe perfectamente que no favorecen demasiado sus encantos), ojos de cordero degollado y baba cayéndole por la barbilla cada vez que alguno le dice algo bonito, las semanas van pasando, y también los chicos.

El Príncipe Viejo es un antiguo amigo de su padre que no merece la pena ni mencionar (que se lo digan a él, porque se toma la negativa muy a pecho y con muy mal genio). El Príncipe Trobador es un frívolo cantarín que se enamorará de Una durante una semana y la mantendrá enamorada durante quince días. El Príncipe Encantador es un golfo mangante y cobardica que le robará el corazón a Una y la dejará hecha unos zorros en su castillo. Y el Príncipe Feo es un ser mágico que será groseramente rechazado una y otra vez, pero seguirá fielmente enamorado de Una por simple fuerza de voluntad.

Después de una temporada sentimental de lo más movidita, la pobre de Una ha recibido tropecientas peticiones de matrimonio, un par de canciones cursilonas y ni un triste beso en los morros con el que consolarse del calentón frustrado. Ni siquiera el Príncipe Encantador, que la había dejado encandilada con su sonrisa de gamberro y su triste historia de un reino perdido, quiso hacer los honores. Una quiere echarle las culpas a los vestidos diseñados por el sastre del Diablo y a los polvos de arroz aplicados en cantidades industriales, pero lo cierto es que su autoestima está en horas bajas. Así que cuando el Príncipe Encantador se marcha de repente, jurando amor eterno con sonrisa Profident pero con planes muy claros de largarse pitando para casarse con otra, Una cree que se ha terminado el mundo, que nadie va a quererla nunca, y que antes monja que casarse con el pesado, aburrido y soso (¡y feo!) Príncipe Feo.

Así que, triste y descorazonada, es la víctima perfecta para el devorador de corazones más terrorífico de todos: el Dragón. Bicho de aliento apestoso, mal carácter donde los haya, una incapacidad absoluta de cocinar las cosas en su punto y una piel que no sabe lo que es la Nivea, al Dragón le gusta estafarle sus almas a la gente. Y lo peor es que tampoco él quiere casarse con Una (porque a estas alturas, Una haría casi cualquier cosa por un beso Disney: incluso ponerle morritos a un Dragón con aliento mortífero, si hace falta).

Y entonces el Dragón secuestra a Una, que por culpa de la depre y de los gases fétidos no está en condiciones de oponer mucha resistencia.

En un país lejano, sola, vestida con harapos, con un cantamañanas por ex-novio y rodeada de llamaradas por todas partes, ¿podrá Una sacudir las faldas con energía y escaparse de su captor? ¿Se le pasará el calentón ahora que está jugando con fuego? ¿Estará algún pretendiente (cualquiera, incluso el Príncipe Feo) dispuesto a quemarse las calzas de seda para ayudarla?


Y lo que yo pienso de él.

A decir verdad, le falta sentido del humor. Es triste cuando conviene que sea triste, y otras veces es agobiante. Incluso si estuviérais metidos en una sauna seca no pasaríais más calores que cuando Una está atrapada en las garras del Dragón, tragando humo y escondiéndose en los pasillos ennegrecidos del palacio. Pero, incluso así, eché de menos más sentido del humor, más ligereza, y una historia de amor más firme. Porque aunque Una acaba de descubrir a los chicos y corre de flor en flor, soltando risitas y ligoteando, y no se preste demasiado a los afectos muy firmes de ningún cazafortunas espabilado, tampoco le veo yo sentido a que el Príncipe Feo se enamore de ella simplemente porque sí. Es decir, que él se enamoró de ella (y lo cito aproximadamente, que esto es algo que sale muy temprano y no es spoiler ninguno) "porque decidió enamorarse de ella, incluso antes de conocerla, así que está enamorado de ella y siempre lo estará y punto, ¿quieres casarte conmigo?". Eing. ¿Eing?

La primera parte (Una y sus pretendientes) no tiene nada especialmente misterioso ni profundo ni llamativo, pero es en la segunda parte (Una y el Dragón) donde aparecen los misterios, las angustias, la originalidad y todas las cosas más buenas que en realidad tiene el libro (incluso el primer piquito de Una, pobre chiquilla, qué malos ratos pasó, bien se merecía un premio). Es decir, que si os gusta la fantasía y os gusta la portada y queréis una historia pequeñita de amor que no sea como Titanic, no habría ningún problema para que os deje satisfechos. Incluso aunque no alcance a robaros el corazón, os gustarán los dragones.

viernes, 5 de noviembre de 2010

IMM #25: lo que tengo, lo que quiero y lo que quería pero que ya tengo

Verdades de la vida / verdades que duelen:

1. La pantalla de mi ordenador es, y será siempre, una cochiquera, sin importar lo mucho que la limpie (tampoco es que me mate demasiado, pero es que ¿para qué intentarlo? cuando está encendida casi no se nota).

2. Me gustan las espinacas desde que era pequeñita. Incluso aunque se vendan en forma de cubos feísimos que parecen comida plasticosa para astronautas, e incluso aunque las coma y fume Popeye, me gustan.

3. Cada vez que voy a Correos a recibir y enviar paquetes me toca el turno en las dos cosas al mismo tiempo. Al final acabo corriendo de un lado a otro haciendo muecas y gestos semiobscenos para que no se olviden de que he estado veinte minutos esperando en la cola. No me pasó una vez, ni dos, sino SIEMPRE.

4. Soy una mala persona. Una mala, malísima persona. Escribo este post sólo para presumir de libros nuevos, especialmente de esos que vosotros aún no tenéis y estáis deseando tener (no, por favor, no me lancéis huevos, pensad en las pobres gallinitas ponedoras esforzándose en estos mismos momentos en sus gallineros, pensad en los merengues ricos que se pueden hacer).

Y voy a escribir el post gradualmente. Para alcanzar mi objetivo e ir aumentando poquito a poco vuestra envidia, de forma gradual, calculada y muy malvada, hasta que me odiéis y cerréis el navegador. Probablemente los dos primeros no los conozcáis, porque a) no son famosos, y b) están en inglés, pero yo sí que los conozco y por eso están aquí.


In your room es una comedia romántica que a lo mejor (si fuera más sensata, pero si fuera más sensata a estas alturas también sería ya una mujer de provecho) no me debí haber comprado, pero tenía el antojo desde hace un año, y una se puede aguantar los antojos un año, pero no está nada bien frustrarse toda la vida.

Snitch es una recomendación. Yo la conocía, pero hasta que Lucía (colega de profesión: estudiante) me la recomendó, no sabía qué pensar y no me la habría comprado. No os sonará de nada, pero yo os lo explico muy rápido y muy bien: “snitch” significa chivata, los acusicas son llamados de malnacidos para arriba desde la guardería, y una chica que se chiva de los camellos de su insti (creo que era eso, pero me gusta dar información de la que no me acuerdo) acaba convertida en paria. Y Allison Van Diepen escribió un libro del asunto. Eso fue antes de escribir Raven, esa monada juvenil tan romántica (capítulo y reseña aquí) de la que alguien se había chivado que saldría en español en 2010, y ya veis vosotros en qué NADA más monumental ha quedado eso.


Y ahora es cuando empiezo a presumir. Primero, porque ya tengo por fin el primer libro de la saga-continuación de Percy Jackson, esa maravilla de la mitología juvenil + hamburguesas que reseñé hace poco y para la que construí un altar aquí. En cualquier caso, The lost hero son unas 550 páginas de puro Rick Riordan (o eso espero), dioses griegos, Empire State, correrías interestatales y cameos de Percy Jackson en persona (eso no lo sé seguro, pero por favor por favor por favor por favor, tiene que ser cierto, adooooooro a ese chico).

Y segundo, sigo presumiendo, con las plumas del cuello todas infladas (ahora ya sabéis por qué no salgo en vlogs: en realidad soy un gallo), porque ya tengo la segunda parte de El corredor del laberinto/Correr o morir. The Scorch Trials, según su título inglés. Si sois americanos no sé cuándo podréis leer vuestra segunda parte en español, pero la primera ya está a la venta desde hace siglos, y es altamente recomendable. Si sois españoles tendréis que esperar hasta el lunes que viene (día 8 de noviembre) para poder leer el primer libro. Pero no deberíais esperar más que hasta el lunes para correr a comprarlo, porque os va a gustar, y mucho (reseña aquí).

Ahora viene el momento en el que decir que estoy presumiendo es decir poco. Como último reducto de la Galia que se resiste a la conquista de los Cazadores de Sombras, voy a quitarme el casco de Astérix y leer Ángel Mecánico. El primero de la segunda trilogía de cazadores de sombras victorianos y con acento pijo de London (nada de Nu Yooohrk-Nu Yooohrk esta vez). Y lo voy a hacer ya y en castellano y en forma de libreta del cole con anillas, porque Destino ha querido enviármelo (y yo no es que les haya puesto muchas pegas tampoco). Vosotros, queridos míos, tendréis que esperar hasta el día 16 (faltan 11 días, no es tanto). Sorry (como persona que también ha sufrido mucho esperando por sus sagas, puedo prometeros que ese sorry ha sido casi sincero y con no excesivo recochineo).


Y por último termino con mi oscuro objeto de deseo, no demasiado secreto porque ya coloqué en este post de hace poco mis entrañas en una bandeja delante de la pantalla. Básicamente, me he comprado en francés la segunda parte de Si decido quedarme, y como me he reconciliado con Amazon (y con mi anteriormente odiada TNT), el libro salió a la venta ayer en Francia y me llegó esta misma mañana a la puerta, en una muestra nunca vista de celeridad de envíos. Y como por algún milagro de la naturaleza había gente en mi casa a esas horas, al llegar de clase con la lengua fuera lo primero que vi fue el paquete. Si eso no es servicio rápido, que venga Dios y lo vea (oh, amazon, amazon, no sabes cuánto te quiero).


Y ahora me marcho, con las plumas infladas, más chula que un ocho, a leer alguna de las nuevas estrellas de mis estantes. O, si me resisto a la tentación, a estudiar un rato, porque el deber me llama. Pero esta vez habrá reseñas. (*música amenazante y cierre del post*)