Rastro (Los lobos de Mercy Falls #2) - Maggie Stiefvater - Reseña y primer capítulo

Título: Rastro (Los lobos de Mercy Falls #2)

Título original: Linger

Autora: Maggie Stiefvater

Editorial en inglés: Scholastic Press

Editorial en español: SM

Año (inglés): julio 2010

Año (español): septiembre 2010

Sinopsis:

“Grace:

Esta es la historia de un chico que antes era un lobo y de una chica que se está convirtiendo en loba.

Hace tan sólo unos meses, Sam era la criatura mítica. Suya era la enfermedad que no podíamos curar. Suyo era el adiós que tenía mayor significado. Era su cuerpo el misterio, demasiado extraño y maravilloso y aterrador como para comprenderlo.

Pero ahora estamos en primavera. Con el calor, los lobos que aún quedan pronto se desharán de sus pieles para volver a sus cuerpos humanos. Sam se queda Sam, y Cole se queda Cole, y soy yo la única inestable en mi propia piel.”

Para saber más:

Leed aquí la reseña y el primer capítulo de la primera parte, Temblor.

Estrellas que se merece (con todo el dolor de mi corazón, vale, pero no le daría ni una sola décima más):

Y ahora, al rollo:

Este libro fue el gran damnificado de la resaca post-Mockingjay. No fue el primero y no fue el último, pero en los demás o ya no tenía grandes esperanzas o no me dejaron huella. Así que quiero advertiros de que eso influyó en mi opinión, pero espero que no lo suficiente como para nublarla del todo: como Temblor me había gustado, con este libro la decepción fue mayúscula.

El caso es que, después de terminar las últimas 400 páginas de Juegos sin respirar, encontré esta trama más vacía que un páramo. No pasa absolutamente NADA. En todo el libro. NUNCA. El único acontecimiento del argumento se ve venir desde el prólogo (echadle un vistazo a la sinopsis que he puesto) y no sucede hasta el epílogo. ¿Qué excusa de argumento es ese? Nunca había visto tan claro como ahora que hay libros que no deberían convivir ni en la misma galaxia.

En cualquier caso:

Ha llegado el verano, y el lobito Sam sigue siendo un chico, sigue siendo emo y sigue siendo mono, pero ha pasado a ser tan cursi, que su relación con Grace (Intensa Hija del Drama donde las haya), si antes me había gustado, ahora me resulta mortalmente aburrida. Recordad que no pasa nada interesante en toda la historia, es decir, que tenemos que encontrar relleno de alguna forma, y como esto no es un libro ilustrado (ojalá lo fuera, por favor, qué pesadez de libro), deben llenarse páginas con cualquier cosa posible.

Así que los padres de Grace entran una noche en la habitación de su queridísima (pero completamente abandonada) primogénita, y se encuentran al ex-lobo Sam en pijama y a su lado. Un poco despeinado, pero básicamente recién salido de la cama.

Si Sam fuera un hombre lobo normal (incluso como el Jacob de Bella, vamos, que no es tanto pedir), tendría tan buenos reflejos que al abrir la puerta ya no se encontrarían ni su sombra. Tendríamos una de esas escenas de cortinas al viento, gritos ahogados, y "jeje, aquí no ha pasado nada, mami, estás locuela..." Pero como Sam nunca fue un hombre lobo normal (y ya no es ni siquiera lobo), se lo encuentran en pijama y bostezando. Prácticamente, lo único que le falta es estar rascándose el paquete.

Pero mamás del mundo, no os escandalicéis: de verdad de la buena que los tortolitos sólo estaban durmiendo, porque a esos dos nunca se les ocurriría hacer otra cosa más que darse un besito de buenas noches en la frente y declararse su amor mutuo antes de dormir (oh, de verdad, eso es taaaaan realista...). En cualquier caso, los papás de Grace no se lo tragan, porque ellos creen que su hija es más o menos normal (otra que tal baila), y que si duerme con su novio es para hacer porquerías. Así que cogen a Sam por el cuello del pijama y lo plantan de patitas en la calle, con sus partituras emo en una mano y una prohibición absoluta de ver a Grace en la otra.

―¿Qué quieres decir? Grace Brisbane, no estarás diciendo que no vas a volver a casa. Dime que esto es sólo porque estabas momentáneamente enfadada con ellos por castigarte. O incluso dime que es porque no podías sobrevivir una noche más sin las increíbles Chicofrutas del Chico. ¡Pero no me digas que crees que es para siempre!

Rachel, incomprensiblemente amiga de Grace, tal vez debería aparecer más en la historia para darle algo más del movimiento que tanto necesita...

Así que Sam y Grace se pasarán toda la novela haciendo pucheros, viéndose a escondidas, portándose como un matrimonio que celebra sus bodas de oro y poniéndose monos para prepararse para el Acontecimiento Final, ese mismo Acontecimiento que se acerca a paso de babosa-resecada-al-sol-y-medio-muerta desde el mismísimo principio.

Bostezo. Bostezo.

De verdad, esto es muy aburrido, y aunque debe de suceder en unas 200 páginas, bien podía arreglarse en 15 y librarnos antes, por pura compasión, de este tormento. Y aún por encima, me cayó muy mal Grace, y ni siquiera hizo falta su frasecita gloriosa de "odio a los médicos" (capítulo 42) para ganarse mi manía eterna.

Pero si creíais que Grace y Sam habían perdido la gracia, esperad a conocer a Cole. Cole, estrella del rock retirada, rebelde (sin causa, evidentemente) y nuevo lobo torturado por su pasado humano. Esta vez es él el chico que no deja de dar vueltas entre las formas con hocico y sin hocico, el chico guapo del momento, y debería tener potencial para ser algo más. Algo más en el sentido de un personaje decente, vamos. Y en vez de eso, si leer uno solo de los capítulos protagonizados por él es un rollo, cada uno de sus flash-backs lacrimógenos me resultó una tortura...

No quiero ser terriblemente mala, y estoy buscando desesperadamente algo que salve la novela. Quisiera decir que ese algo es Isabel, la antes chica mala y borde, siempre rica y mimada, que perdió a su hermano hace poco en la manada y que ahora se siente atraída por el alma torturada de Cole (y su cuerpo musculoso y preferiblemente sin pelo, porque ella sí es normal y no le van los lobos propiamente dichos). Y sin embargo, su historia no acabó de engancharme, y sus capítulos son en el mejor de los casos demasiado cortos (más cortos que cualquiera de los demás) y escasísimos.

Resumiendo todo lo anterior, hay drama. Hay canciones cursis de Sam (nunca me gustaron, pero esto ya es algo personal). Hay algún momento de humor que os arrancará una sonrisa. Hay un comienzo muermazo (y eterno...) que va tomando ritmo, pero las escenas emotivas que os podrían enganchar llegan demasiado tarde (en el finalísimo). Hay conversaciones profundas. Hay conversaciones que podrían considerarse románticas. Y hay algún besito en los labios, pero a Maggie Stiefvater se le agotó en Temblor el repertorio de escenas verdaderamente románticas que os podrían hacer hiperventilar unas veces o contener el aliento otras. Y lo que definitivamente no hay, en lo más mínimo, es un hilo argumental que sustente la historia lo bastante como para justificar sus 400 páginas.

Así que, ¿mi consejo? No lo compréis. No lo leáis. No merece la pena. Quedaos con el recuerdo del primer libro y buscaos otra historia más bonita con la que pasar el tiempo. Claro que si de verdad queréis saber qué pasó después, vosotros sabréis, es vuestro dinero...

Leed aquí (o no) el PRIMER CAPÍTULO