Breve historia de las portadas (17ª parte)

Érase una vez,

en la tierra del 2x1
(gracias a Yuhcyram por pasarme estas imágenes, por tener un nick todavía más impronunciable que el mío, y por explicarme que en realidad las protagonistas de estos libros no son ni siquiera de la misma raza.)

y de los tatuajes que parecen heridas mal suturadas,
(gracias otra vez a Yuhcyram.)

una chica que era prima lejana de Buffy Cazavampiros.

La chica tenía la espalda tatuada,

unos brillantes ojos claros,

y un cuerpo digno de una Barbie.

Pero eso no era lo más importante:
(Mirad qué cambio más sutil en la nueva portada de Crescendo, a la derecha, en comparación con la vieja.)

la chica vivía encima de una nube, en un castillo en el aire,

y podía volar

sin necesidad de avión ni de alas.
(La de la derecha es la nueva portada de Halo, un libro que traerá Roca Joven a España no se sabe cuándo, y si queréis saber en qué se diferencia de la vieja, fijaos en cierto peinado masculino, en un recién aparecido hueco entre las piernas de los dos amantes interraciales, y en el título.)

Además, la chica tenía una larga y hermosa melena

que era la envidia de todas las damas-flamenco del castillo volante:
(Gracias a Ifigenia por la segunda imagen.)

cambiaba de color con las horas del día,

y para poder volar, la chica tenía que recogérsela en un moño, para que no se le enredara ni le estorbara al maniobrar.
(Gracias a Ifigenia por pasarme esa última imagen.)

Pero esa chica era una rebelde nata:

nunca volaba con maquillaje

ni con tacones de aguja (que era la última moda entre las damas-flamenco),
(Gracias a Ifigenia, que como premio por su trabajo de hace tres días ha sido ascendida a tesorera de portadas.)

y un día incluso optó por cortarse su hermosa melena a tijeretazos.

Al ver esto, los habitantes del castillo, que eran muy cotillas,

se llevaron las manos a la cabeza y desarrollaron teorías, a cada cual más absurda:
(Tengo tendencia a ver parecidos incluso donde no los hay. En este caso, la disposición de formas y colores son las víctimas.)

“¡Estará enamorada!”, decían los menos malévolos.

“¡Estará embarazada!”, decían las damas-flamenco.
(Por minimalista y simbólico, este embarazo ha conseguido que no lo acuse de cutre.)

“¡Ya decía yo que tanto beber refrescos le iba a afectar el cerebro!”, decían los borrachos.

“¡Habrá perdido una apuesta!”, decían los guardias del castillo, mientras se jugaban hasta los hígados en una partida de póker.

Pero la chica, tumbada sobre la hierba con su pelo corto,

los ignoraba a todos,

escuchaba música
(Mirad qué portada tan vintage y tan bonita.)

y comía manzanas,
(Gracias a Ifigenia por la primera portada, gracias a mí misma por la segunda, y como hay tantos mitos con manzanas... pues supongo que tampoco era tan difícil encontrar varias portadas dedicadas a ellos.)

mientras esperaba a que se hiciera de noche para bajar a la tierra desde el castillo de la nube y terminar el cuento.
(Aunque esta no-originalidad ya apareció una vez, hace mucho tiempo, por lo menos la nueva portada de One night that changes everything es más afortunada, y tiene ese toque especial que le faltaba a la primera.)