Queridos Reyes Magos: podríais ir empezando a ahorrar para el año que viene...

Otro día hablaré algo de novedades puras y duras, pero ahora tengo prisa y sólo os dejaré un puñado de portadas de autores que ya he reseñado. Muchas de ellas son series, y, en cualquier caso, diría que las portadas que los precedieron eran más resultonas (para hacer clic sobre las reseñas de sus predecesores y ver también sus portadas, haced clic en las imágenes).

Redoble de tambores.

Llega desde Tyralt la noticia de que Aurelia ha aprovechado su exilio para convertirse en aguerrida amazona. La pobre se olvidó de que tanto sol envejece la piel enseguida.



Y desde dentro del Interior, Trella sigue paseándose por las cañerías. Esta en concreto parece una lavadora.



Lauren Oliver deja el drama para atreverse con la ciencia ficción más cursi en otra novela que, promete, nos hará llorar. Lástima que el color azul-bebé-desteñido-y-manchado-de-pis fastidie la portada.



Lo de Claudia Gray en Estados Unidos no tiene remedio. La saga Medianoche termina con tanta fealdad como empezó, pero esperemos que sea mejor que el final de Despedida y sea un buen libro.



Melissa Marr cierra su serie de hadas enseñándonos a la Reina del Invierno, Donia, sosteniendo una flor de verano. El problema es que se parece demasiado a la portada de Encanto Fatal. La ventaja es que crea un contraste con la imagen de ese primer libro: en Encanto Fatal, era Aislinn, la Reina del Verano, la que hacía florecer una flor (valga la redundancia) en invierno.



Y por último, Lisa McMann se olvida de Janie y de los sueños y entra de lleno en un thriller de secuestros en el que un pupitre de colegio hace de tabla de ouija improvisada. En contra de esta portada no tengo nada, pero eso es a lo mejor porque sé que va a encantarme el libro.